El término personalidad de marca se refiere al conjunto de características humanas asociadas con una marca (Aaker, 1997). Por ejemplo, la marca Apple se percibe como joven e innovadora, mientras que la marca IBM se percibe como vieja.
La construcción de la personalidad es uno de los procesos fundamentales en la planeación de la identidad de la marca, dado que la personalidad de la marca:
proporciona beneficios autoexpresivos, el consumidor tiende a comprar productos con personalidad que coincide con la suya;
puede generar sentimientos y emociones positivas;
hace que el significado de la marca sea comprensible;
sirve como una guía para la comunicación de la marca;
es una forma clave para diferenciar una marca en una categoría;
define la estrategia de posicionamiento;
segmenta a los consumidores, entre otros.
Existen muchos modelos para definir la personalidad de la marca; sin embargo, nos vamos a centrar en uno de los más utilizados y comprensibles: los doce arquetipos de Carl Jung.
¡Ahora quiero hacer un paréntesis histórico importante!: Carl Jung fue un psiquiatra y psicólogo. Una parte central de su pensamiento es el inconsciente colectivo, es decir, que nosotros somos el resultado de un conjunto de recuerdos heredados de nuestros antepasados. Estos recuerdos compartidos crean arquetipos o patrones de conducta universalmente compartidos.
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